sábado, 10 de mayo de 2014

Mi tarjeta de embarque siempre fueron sus ojos.

"Mi tarjeta de embarque siempre fueron sus ojos, eran los únicos que me hacían volar sin apenas moverme del borde de su cama.
En nuestras maletas siempre había hueco para las promesas que siempre están de más.
Mi país preferido era su boca, las leyes que proclamaban eran simples "querernos hasta que no quedase nada".
Lo que más me gustaba eran sus pueblos pequeños llenos de costumbres como decirse "te quiero" 12 veces al día.
Llevo un rato aquí y he llegado a la conclusión de que los aeropuertos se parecen mucho a perder el tiempo esperando. Y normal que me recuerde a lo nuestro.
Menos mal que no escucharon nuestras cajas negras, llenas de reproches antes de estrellarnos en el mar de nuestros sueños"

Mario Carrión

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